Saludos Descendientes!. Como ya sabréis se ha anunciado la tan esperada clase montaraz, o lo que se suele conocer como el guardabosques. Pero este guardabosques tiene como arma principal una ballesta anclada a su puño, y la arma del despertar será el arco largo.
Aún tendrás que esperar una semana para poder disfrutar de tu montaráz, pero a partir de hoy y hasta el día 12 de diciembre, puedes hacer la precreación de tu montaraz. Y te lo recomendamos encarecidamente que lo hagais, puesto que al hacerlo tendreis esta recompensa:
Eso si, recuerda que tendrás no borrar el montaraz, ya que será a éste personaje donde recibirás los objetos.
Y oficialmente podréis empezar a usar el montaráz el día 12 de diciembre después del mantenimiento!.
Estas son algunas de las habilidades que tendrá el montaraz:
- Bomba espiritual: Lanzas una bomba espiritual al aire y le disparas un virote en el momento preciso para que detone en pleno vuelo, lanzando una lluvia de flechas espirituales que abarcan un gran área.
- Ajusticiamiento: Con un movimiento rápido y preciso, disparas un virote imbuido con la energía de los espíritus de la naturaleza.
- Fisura espiritual: Los espíritus de la naturaleza cargan su poder en tu ballesta y disparas un virote capaz de devastar a varios enemigos sin posibilidad de recuperación.
- Proyectil espiritual: Cargas un virote con energía espiritual y la disparas a toda potencia.
- Exhalación: Elige uno de los tres tipos de energía espiritual en combate. Cada uno te confiere poderes diferentes.
Lore del Montaraz
«En el albor de los tiempos, antes de que las antiguas civilizaciones florecieran, la diosa Sylva miró a la superficie de la tierra y vio que el mundo podía ser un lugar bello. Descendió sobre un monte y plantó un árbol que creció alto y fuerte. Lo llamó Kamarbor, pues contenía su poder.
Bajo la sombra del árbol, Sylva miró a los cielos. Desde la tierra, todo se veía distinto: el sol y la luna engalanaban su creación con luces y sombras, con calor y con el misterio de la vida. Sobrecogida y admirada, la diosa absorbió sus semejanzas y contrastes y, como el árbol que daba fruto y florecía, la diosa germinó y tuvo dos hijas: Ganelle, dorada y radiante como el sol y Vedir, de la plateada luz de la luna. Cuando Sylva volvió a los cielos, las hermanas vivieron y tuvieron hijas del sol y la luna. Cuidaban los árboles y espíritus que crecían alrededor del Kamarbor y, con el tiempo, se formó un gran bosque. Ganelle, Vedir y sus hijas llamaron al bosque «Kamasilva» e hicieron de él su hogar, alabando el regalo que Sylva les había dado.
Pero había otros pueblos más allá de las fronteras de Kamasilva y oscuros y antiguos poderes cobraron fuerza. El aire y la lluvia trajeron la corrupción hasta la tierra sagrada de las elfas, corrompiendo a los espíritus y haciendo enfermar a los árboles. Las ganelle y las vedir intentaron sanar el bosque, pero fracasaban en cada uno de sus empeños y en el año 235 del calendario elioniano, la paz en Kamasilva llegó a su fin: los espíritus corruptos alcanzaron al Kamarbor y una vedir, desesperada por la imparable expansión de los espíritus malignos, prendió fuego al Kamarbor, esperando ahuyentarlos.
Los ecos de los gemidos de dolor de los espíritus resonaron por todo el bosque y los dos pueblos hermanos lucharon derramando sangre.
En medio del conflicto, una sección de las vedir se infiltró en Grana, la capital de las ganelle y hogar del árbol sagrado y lanzó una maldición a las mismas raíces del Kamarbor. Las llamaron «ahib», ‘traidoras’, y cuando su maldición se extendió, el árbol comenzó a morir: sus raíces se secaron y las hojas blancas se marchitaban y caían.
Ni siquiera el resto de las vedir sabían por qué las traidoras habían querido destruir el Kamarbor, pero a pesar de que fueron desterradas, las ahib parecían triunfales; ellas eran las únicas que conocían el secreto mejor guardado de la diosa.
Las raíces del Kamarbor escondían un pasadizo a una fortaleza secreta habitada por los hermanos de las ganelle y las vedir. De la misma forma que la diosa creó a las ganelle con la energía del sol y a las vedir con la energía de la luna, con la energía de la tierra había concebido a Luthraghon y a sus hijos y su existencia había pasado totalmente desapercibida durante siglos. Hicieron un pacto con la diosa y, en honor a su padre, formaron una organización que llamaron el Luthraghon. Construyeron una fortaleza, Adùir, que se extendía bajo tierra, protegiendo las raíces del Kamarbor. A cambio, el árbol sagrado consentiría que los guardianes usaran una pequeña parte de sus raíces para confeccionar sus ballestas y grandes arcos.
Los montaraces, como se llaman a sí mismos, viven por y para el Kamarbor. Sus raíces les otorgaban las comodidades y la fuerza que necesitaban para cumplir su deber, y a través de ellas, la diosa Sylva los acompañaba en todo momento. Sin embargo, un día dejaron de sentir el aura de la diosa y se dieron cuenta de que ya no podían seguir escuchando su voz.
No tenían ni idea de que el Kamarbor estaba en llamas.
Los elfos del Luthraghon comenzaron a sospechar que algo tenía que haber pasado en la superficie y los más jóvenes propusieron salir y comprobar qué había ocurrido. Un anciano elfo que había servido en Adùir desde su construcción convenció al resto de montaraces de que había que mantener la fe en sus hermanas y de que tenían que seguir cumpliendo con su deber de velando por el árbol en Adùir. La consternación creció en los corazones de los montaraces. Sabían que no habían podido cumplir con su deber y necesitaban una señal. Entonces tuvo lugar un suceso extraordinario: la señal que tanto anhelaban llegó en forma de una fisura que hacía las veces de portal hacia el mundo exterior.
Los montaraces no sabían qué hacer, pues nunca se habían aventurado más allá de su reino y, además, los más veteranos habían prohibido terminantemente acercarse al portal, pues abandonar Adùir se consideraría traición. Pero los más jóvenes creían que dicho portal era una señal de la diosa y que debían responderla.
El conflicto siguió escalando hasta que un hedor nauseabundo inundó Adùir. Venía del portal, del que ahora salían espíritus oscuros dispuestos a destruir al Kamarbor. Durante la cruenta batalla que siguió, todos los montaraces olvidaron sus fantasías de conocer el mundo exterior y volvieron a centrarse en su milenaria misión: proteger el árbol sagrado, pero no estaban solos. Una hermosa luz nunca antes vista por los elfos del Luthraghon brillaba desde más allá del portal y todo espíritu que la tocaba, quedaba desintegrado en el acto.
Uno de los jóvenes que había propuesto salir a la superficie supo que la esperanza aguardaba al otro lado del portal. Se abrió paso a través del campo de batalla y, justo cuando estaba a punto de llegar al portal, aquel anciano elfo que una vez logró calmar a todo el Luthraghon se interpuso en su camino.
(Cadena de misiones Lore Montaraz)
—¿Cómo te atreves a huir del campo de batalla dándoles la espalda a tus propios hermanos? —dijo el anciano con rabia—. ¡Retrocede ahora y quédate a defender Adùir!
Sus palabras lo llenaron de inseguridad.
Él era solo era una de las flechas de la diosa, hijo de la tierra, guardián de los rincones que la luz del sol y de la luna no pueden alcanzar. ¿Cómo podía abandonar a sus hermanos por una corazonada? Era joven e ignorante, ¿cómo podía desoír los consejos de los ancianos?
En ese mismo instante, un rayo de luz tocó al joven montaraz y, por primera vez en mucho tiempo, volvió a sentir el cálido abrazo de la madre Sylva. Entonces, toda duda lo abandonó: debía abandonar su puesto y traer la salvación a sus hermanos y al árbol.
—Déjame pasar. ¿Es que no sientes a la diosa llamándonos? ¡Es a ella a quien debemos lealtad!
Se sintió más ágil y veloz de lo que jamás había sido, apartó al perplejo anciano con un movimiento grácil, casi imperceptible, y cruzó el portal.
Todo a su alrededor pareció ralentizarse y mientras perdía la conciencia, sentía que caía y caía protegido por el abrazo de Sylva. El joven montaraz se despertó y se dio cuenta de que estaba agarrando su propia mano. Notaba aquel calor que había sentido antes, pero la diosa no estaba allí; por primera vez sentía la caricia de los rayos del sol.»
Fuente oficial: Black Desert Online
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